Una fiesta se vivió anoche. Hace rato estábamos esperando ese momento. Es que Tanos e Hispanos llevan a flor de piel la fiebre del básquetbol que los identifica desde la cuna. Como en los viejos tiempos del TMA. Aliento permanente y clima festivo. Las caras en su mayoría son las mismas que tiempo atrás acompañaron noches gloriosos de ambos en la Liga Nacional. Se mezclan los que estaban y están y los de la generación moderna, los que crecieron agigantados por el mito de hazañas y proezas de unos y otros. La pasión por la naranja contagia a una Ciudad que hace rato pedía a gritos una noche como la del viernes. Es el tiempo de empezar a recuperar terreno perdido y a ilusionarnos con el retorno donde alguna vez estuvieron copando la parada. Las emociones en cada doble y triple son la carta de presentación de que la nostalgia dejó de ser tal y que ahora se piensa más allá del horizonte. El griterío pone la piel de gallina, lo hacen desde los 4 costados y hasta el final los corazones laten a prisa. Recién empieza y prometen seguir dandonos letra para que ellos escriban en cada choque nuevas historias entre clásicos rivales. 

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